Entré al mundo del movimiento a los 6 años a través ballet en una academia de mi barrio y creí que sería la próxima gran bailarina del teatro más importante de Buenos Aires.
Claramente no funcionó. Hice todo lo que una niña «debía» hacer; claqué, jazz, danzas españolas, contemporáneo.
Con la adolescencia, cambié todo por el tango y me enamoré. Decidí que está sí sería mi profesión. El tango me dio la posibilidad de pisar grandes escenarios, viajar y conocer gente increíble. Comencé a dar clases de pilates para pagar mi formación en tango.
Hice una licenciatura en Artes del Movimiento orientada a la expresión corporal en la Universidad Nacional de Artes.
Al mudarme a Barcelona entré al fitness casi sin darme cuenta. Hoy soy monitora de actividades dirigidas en varios gimnasios y gracias a Denise tengo la posibilidad de volar, bailar y seguir en movimiento.